No equilibres tu vida

En las lejanas tierras de Dom, todas las personas se encontraban mirando la puesta del sol mientras adoraban a Kior, el dios de la vida. Según Kior, la felicidad se encontraba cuando se lograba hallar el equilibro en nuestra vida, es por eso que el símbolo de Kior era una balanza con dos platillos colgando.
Una vez al año, se hacía un gran espectáculo y cada familia daba a otra, algo de lo que más tenía en su casa.
Pero mientras todos disfrutaban, el hijo del rey se encontraba en uno de los patios del palacio, solo, sentado en el suelo, en silencio, poniendo y quitando diferentes pesas de una balanza de oro con platillos.
El silencio llenaba el lugar, excepto por el sonido metálico que producían las pesas al chocar con la balanza. Pero aunque él no lo sabía, la hija de una de las criadas lo observaba oculta detrás de una columna. Se preguntaba por qué el hijo menor del rey estaba más interesado en jugar con la balanza que ser parte de la fiesta.
En un momento, el chico tomó todas las pesas y las puso sobre un lado de la balanza. Acumuló pesas hasta que no entraba ninguna más. El platillo que tenía las pesas estaba muy próximo a tocar el suelo y el platillo vacío estaba en su ubicación más alta posible.
La niña lo miró extrañada y no pudo evitar acercarse y dejarse ver por el hijo del rey. Él la miró sorprendido sin saber de dónde había salido, pero ella simplemente sonrió, se agachó junto a él y se dispuso a sacar las pesas de uno de los platos de la balanza para ponerlos en el otro y así dejarla equilibrada.
- Así es mejor - dijo la niña y sin esperar respuesta, le sonrió.
- Pues no - respondió mirándola gravemente.
La hija de la criada frunció el ceño.
- ¿No crees que es mejor que los platillos estén equilibrados?
- No, lo mejor es que ambos estén arriba.
Y puso una mano debajo de cada platillo y los subió al mismo tiempo, hasta su máxima altura mientras las cadenas que sujetaban los platos aflojaban su tensión y simplemente colgaban de la balanza.
- Eso es trampa - gritó la niña. - No puedes hacer eso, estás forzando la balanza a subir.
- ¿Y? - contestó el hijo del rey despreocupado - Es mi balanza y yo puedo forzarla a que esté como a mi me haga feliz.
Ella lo contempló en silencio durante un momento y él lanzó una carcajada.
- No me digas que te creíste el cuento de que todo tiene que estar equilibrado. Que nunca vamos a poder ser completamente felices. Que si deseamos ser ricos no podremos conseguir el amor. Que tenemos que elegir en la vida, porque todo no se puede. Pues lamento decirte que es mentira. Puedes ser feliz aspirando a mucho y sin conformarte con lo que tienes. Puedes luchar cada día para ser mejor o para tener lo que te haga feliz. Puedes tener dinero, salud, amor, amistad, un trabajo que te guste, divertirte en tu tiempo libre. Puedes hacer las cosas que quieras sin que te importe lo que los demás piensen.
En un segundo, una sombra cubrió su mirada cálida.
- O también puede ir todo mal.- Dejó caer los platillos en su posición equilibrada, sacó las pesas y colocó sus manos arriba de los platillos de la balanza. - Puede que nunca seas feliz, puede que no encuentres el amor, que tus amigos te traicionen, que tengas que trabajar de la peor manera sólo para poder comer. - Hizo fuerza hacia abajo sobre los platillos, tensionando las cadenas que los sostenían, con toda su fuerza - Puede que no desees tener tiempo libre, para no tener tiempo de recordar lo miserable que eres, y que no tienes nada para hacer fuera de tus obligaciones.
Las cadenas no soportaron la tensión y reventaron. Ambos platillos cayeron al suelo y la balanza de oro se rompió.
- Y cuando llegas a este punto, tal vez puedas pegar los platillos y arreglar tu balanza, o tal vez no. La cuestión es que nunca será lo mismo.
Los ojos de la niña lo observaban inundados en lágrimas. Él la volvió a mirar a los ojos.
- Lo importante es que no creas que tienes que dejar algo atrás para ser feliz. ¡No me malinterpretes! -añadió de repente-. Me parece un buen acto intercambiar cosas que nos sobran para darle al que lo necesite. Pero que eso no te haga creer que la mentira de la balanza que todos creen, es literal. Uno debe perseguir cada uno de sus sueños y deseos y buscar ser completamente feliz.