Historias de ómnibus #1 - Preferible puto a adicto.

Esperaba parada deseando que la mujer sentada delante se bajara pronto para sentarme y tal vez poder dormir unos minutos en el ómnibus antes de llegar a mi parada. Como si lo hubiera expresado

en voz alta, la mujer se levanta y va hacia la puerta para bajarse. Agradecí mentalmente y me senté. Cerré los ojos y sentí una conversación justo atrás de mi.
- El chiquilín es raro - la voz de una mujer se escuchaba por arriba del ruido.
- Pasa pegado a ella - respondió la otra. No intentaban pasar desapercibidas, hablaban alto y sin problemas de que las escucharan.
- Lo único que le falta es que le salga gay.
"Genial" pensé, "ya me arruinaron el viaje. No sólo no me van a dejar dormir, sino que me van a hacer enojar desde temprano."
- Pero preferible puto a adicto.
¿En serio, señora? ¿En serio puede ser usted tan [palabra censurada]?.
- Tiene una mamitis arriba, le va a hacer mal.
- Pero ella anda todo el día siempre sonriente y arreglada, y esas personas que andan siempre contentas es porque por dentro son unas amargadas y es todo apariencia.
¿Y si dejamos a la gente vivir en paz?
- ¡Ah eso seguro!, si nunca sale y no tiene amigas.
- No sé si no tiene amigas. - La otra siguió hablando algo que no entendí.- Bueno, yo tampoco tengo amigas.
- No, yo tampoco. Amigas, amigas, no. Tengo conocidas.
Que caradura es usted, señora.
- Antes tenía una amiga, la vecina, la rubia.
- Ah sí, me acuerdo. ¿Qué paso con ella?
- Se peleó con mi marido un día y no se hablaron más. Venía siempre a casa, ¿viste?, y me decía lo que tenía que hacer, cómo criar a mis hijos.
- ¡Ay! Qué atrevida.
- Un dia parece que llamó a casa y nadie la atendía y después salió gritando enojada que no le atendíamos el teléfono que tenía que comunicarse. Mi marido le paró el carro y le dijo que era

una atrevida. Ahora nos vemos y nos saludamos pero ya no vino a mi cumpleaños, que ella siempre venía. Y el otro día fue el suyo y yo ni un mensaje le mandé.
- Sí, mejor con ese tipo de gente no relacionarse.
Con gente como ustedes dos mejor no relacionarse, tampoco.
- Ya me bajo, ésta es mi parada.
- ¡Que tengas lindo día!
Ojalá no.
Un consejo que me dieron para no enojarme con la gente y pasarla mal es enfocarme en lo bueno de las personas e ignorar lo malo. ¿Pero qué pasa si no quiero ignorar lo malo? ¿Por qué debería no

enojarme? ¿Por qué enfocarme en lo bueno cuando la persona no se lo merece?
Lo que sé, es que esa mañana no dormí en el ómnibus, y las últimas paradas las viví con el sonido ambiente del ómnibus, preguntándome cuándo la gente se encargaría de vivir su vida, en vez de meterse en la vida de los demás.